Los 25 del Hip-Hop: #25 Nicki Minaj (empate)

«Acabo de tener una epifanía, necesito ir a Tiffany’s»

Ben Westhoff

Autor: Ben Westhoff
Crédito: Howard Huang

El Hip-Hop 25 hace una cuenta atrás de los 25 mejores artistas de rap de la historia, como parte del boletín de Ben Westhoff: Drugs y Hip-Hop. (Traducido al español, con permiso del autor, por Gerard Gaset)

En EE.UU vivimos en muchos países diferentes, aunque sean agrupados y comercializados como América. Los acentos, las personalidades, los paisajes, la política, las formas en que obstruímos nuestras arterias y nublamos nuestra conciencia, las cosas que aceptamos como hechos, todo ello cambia de una región a otra. El hip-hop también es así. A diferencia de otros géneros musicales, en el hip-hop, un oído entrenado puede reconocer de inmediato de dónde proviene un artista u otro. Lento y «screwed» desde Houston, lleno de jerga si es de la Yay área, frenético desde Miami, prolijo desde Brooklyn, balbuceado o arrastrado desde St. Louis

Así solía ser, de todos modos. Ahora todo está fusionado. Tal vez no sea una coincidencia que las distinciones regionales comenzaron a desaparecer tras el ascenso de Nicki Minaj hace unos once años. Mientras jugaba con alter egos como Harajuku Barbie, Nicki Lewinski, Roman Zolanski, Nicki Hendrix y Nicki Teresa (como en, «Madre»), también tonteaba con sus patois particular, hablando y rapeando con acentos de Nueva York, el Caribe, Japón e Inglaterra. Surgió naturalmente. Nacida Onika Maraj en Trinidad, creció en Queens y, cuando su carrera floreció, se mudó de un epicentro hip-hop a otro: de Atlanta a Miami pasando por Los Ángeles.

«Cuando empecé a rapear, la gente intentaba encasillarme como si fuera un rapero típico neoyorquino, pero no lo soy», dijo a la revista Billboard. «Sin faltar el respeto a los raperos de Nueva York, pero no quiero que la gente me escuche y sepa exactamente de dónde soy».

Esto ayudó a ampliar su atractivo, pero causó que las almas confundidas de Internet buscaran respuestas sobre su identidad, etnia y sexualidad. (India? Bisexual?) Aprenderían que es una dama del mundo, atribuyendo la inspiración para su estilo a todo el mundo, desde Foxy Brown hasta Larry David («tiene mucho sarcasmo»). Cuando, en 2010, fue invitada a su mayor escaparate hasta la fecha, el tema «Monster» de Kanye West, se pintó las uñas de color púrpura, se metió un par de colmillos y respiró hondo. Lo que salió de su boca noqueó a los mejores raperos de la época de un solo puñetazo.

A principios del 2012, Jon Caramanica, de The New York Times, la llamó «la rapera más influyente de todos los tiempos». Su carrera apenas había comenzado.


Hubo trauma desde una edad temprana. Después de vivir con su abuela en Trinidad hasta los cinco años, se mudó con sus padres en Queens. Ambos eran cantantes de gospel, pero su padre tenía problemas de adicción con las drogas y pegaba a su madre repetidamente. Minaj contó que su padre una vez intentó incendiar la casa. Le dijo a Rolling Stone:

Cuando llegué por primera vez a América, iba a mi habitación, me arrodillaba al pie de mi cama y rezaba para que Dios me hiciera rica para poder cuidar de mi madre. Porque siempre sentí que si cuidaba de mi madre, mi madre no tendría que quedarse con mi padre. El era el que, en ese momento, nos estaba causando dolor.

Estudió actuación en la Escuela LaGuardia de Manhattan ( la escuela de “Fama”), y después de graduarse ejerció  varios trabajos y escribió rimas en la cocina durante sus turnos de camarera en Red Lobster. Tenía determinación, pero a veces no podía evitar meterse en líos con los clientes, una vez incluso expulsando a un comensal fuera del restaurante que le había quitado el boli para deshacerse de ella. 

Nicki Minaj - Don't Mess With ft. The Hood$tars - YouTube

Trabajó con un grupo llamado The Hoodstars, pero no empezó a despegar hasta que comenzó a actuar en solitario. Una productora llamada Big Fendi la apodó Nicki Minaj, y su primera personalidad fue muy sexualizada, en la vena de Lil Kim. Su mixtape debut «Playtime Is Over», de 2007, comienza con uno sorbidos muy sospechosos. Ella imparte:

No puedo atender al teléfono ahora mismo porque estoy sentada en la cara de tu rapero favorito.

En esa época, los raperos rimaban sobre las producciones de moda del momento a modo de audición para los fans, y Minaj era, claramente, más talentosa que los autores originales de las canciones. Muchos en la industria de la música se dieron cuenta. He recibido cientos de correos electrónicos de publicistas sobre Nicki Minaj a lo largo de los años; el primero llegó en 2008, aunque incorrectamente deletreó su nombre, «Nikki Menaj». Poco después recibí un enlace a un remix en el que hacía aparición, pero que sólo estaba disponible en MySpace.

Ya había sido descubierta por Lil Wayne, que estaba en Nueva York curioseando DVDs callejeros, cuando la encontró en una serie llamada «On the Come Up». En las primeras cuatro líneas supo que era lo más. Fue la primera contratación de su nuevo sello Young Money, que luego también firmó a Drake.*

*¿A quién incluirías en un Mount Rushmore de los mejores A&Rs de hip-hop? Tallar caras en una montaña requiere mucho tiempo y es laborioso, así que elige sabiamente. Yo incluiría a Wayne. También a Baby. Dan Charnas los tiene en el número ocho de esta lista.

Nicki cuajó con la banda inmediatamente, y se unió a Wayne en su gira Best Rapper Alive en 2007. En una parada en Columbus, Ohio, conoció al telonero, un prometedor rapero de Atlanta llamado Gucci Mane, quien describió su encuentro en sus memorias:

Vi a una chica bonita bajar del autobús de Wayne que empezó a correr hacia nosotros. Era pequeña, no llegaba al metro sesenta, pero de inmediato percibí una gran personalidad.

Intercambiaron números y Nicki comenzó a viajar en su BMW blanco a Atlanta para hacer música, con Gucci alojándola en hoteles hasta que encontró su propio sitio. Se puso rápidamente al frente, no sólo con Young Money, sino también con el equipo de Gucci, algo que no he oído que hay pasado antes. Además, las discográficas y las camarillas de rap tienden a ser territoriales, pero de alguna manera Wayne y Gucci la asesoraron simultáneamente. Según explicó a Shaheem Reid:

Gucci es muy rápido. Me fuerza tipo, ‘No, no, no. Estás tardando demasiado. Con Wayne tenemos una situación más relajada. Me da tiempo para retocar un poco más. Pero ambos me enseñan mucho, ambos tienen una disciplina de trabajo de locura. Wayne es mi sensei. Así es como lo llamo. Él me llama su ninja. ‘Ninja Nicki.’ «

Si uno se fija, puede captar la influencia de ambos raperos, pero en realidad ella ya tenía su propio estilo, al mismo tiempo de la vieja escuela como moderno, delicado y agresivo. Su aparición en el remix del 2009 de «5 Star Chick» de Yo Gotti fue su primera vez en un plató. La canción también cuenta con Gucci Mane y Trina, y durante tres cuartos del video Minaj está básicamente adornando el plató. Sería perdonable si piensas que la canción ha terminado cuando finalmente entra en la marca de los 3:15: «Acabo de tener una epifanía / necesito ir a Tiffany’s», comienza (línea increíble). «Estaba en la silla, enganchándome las extensiones/ Cuando llegaste al escenario, te estaban abucheándo y se fueron». ¡Ja!

¿Te imaginas lo que sería encontrarte en una situación como esa, con raperos bien afincados, y unos roles de género bastante establecidos a los que se espera te ajustes? La historia es más loca aún, pues Minaj carecía de confianza en sí misma en ese momento. Su mánager, Debra Antney (a quien Nicki conoció a través de Gucci) le dijo a The New York Times Magazine:

Nicki era la niña más tímida que te puedas imaginar en tu vida, estaba tan destrozada, y al par tan decidida, todo en un solo aliento….Solía tener que gritarle: «No vas a sentarte aquí y llorar, no vas a dejar que nadie te apague, no es eso lo que vas a hacer».

Debra Antney es la madre de Waka Flocka Flame, una nativa de Queens que se transformó en una titán de la industria del rap sureño. Es una fuerza de la naturaleza, alguien que tengo el placer de haber sido gritado por durante una entrevista. Sin ninguna experiencia sustancial en el negocio de la música, Antney empujó su camino en la industria y tomó las riendas por un tiempo, « representando » algunos de los artistas más grandes de la época. No tenía miedo de ensuciarse las manos,incluso una vez se presentó en un piso franco de Atlanta donde Gucci Mane estaba traficando drogas para decirle que estaba desperdiciando su vida.

El descaro de Antney se le pegó a Minaj, y pronto recuperó completamente su confianza. Fue de ayuda que «Bedrock», el tema escaparate de Young Money en 2009, sonase constantemente en la radio.*

*Iba a burlarme de esta canción, pero tengo que ser honesto y admitir que es increíble y me encanta.

Junto con un grupo de otras mujeres MCs femeninas que apareció en el álbum de Ludacris «Battle of the Sexes» (con esto si se puede bromear) y luego «Monster».

Hablemos de «Monster» por un segundo, y que hace que su verso sea tan especial. La gente a veces compara el hip-hop con la poesía. En realidad, el hip-hop es más complejo. Más importante que las propias palabras es la ejecución. Rapear un verso requiere crear un ritmo separado que complemente (o a veces entre en conflicto) al ritmo. Necesitas destreza y estilo. En «Monster» Jay-Z tiene destreza, mientras que Kanye y Rick Ross exhiben de lo segundo. Pero Nicki es mejor y más interesante que todos ellos. Habita un par de personalidades: una sádica y otra masoquista, creando dramatismo cuando los alter egos discuten. Varía su velocidad como un running back, disminuyendo la velocidad para la finta y seguidamente saliendo disparada. Su verso es complicado técnicamente, con todo tipo de rimas internas, pero con lo que al final te quedas es con la tremenda magnitud de su personalidad.


Su álbum debut ni siquiera se había publicado. La música por entonces se había vuelto gratis y la idea era, como demostró Wayne con “Tha Carter III”, atraer a los fans con toneladas de mixtapes gratis antes de cobrarles finalmente por el álbum. No estoy seguro de por qué funcionó; probablemente, para la mayoría de los artistas no fuese así, pero a “Pink Friday” le fue bien. Poco antes de su lanzamiento, Minaj tenía siete canciones al mismo tiempo en el Billboard Top 100. “Pink Friday” alcanzó el número uno.

No era la mejor del disco, pero la primera canción se llama «I’m the Best», y todo el asunto fué una especie de hecho consumado, porque ya se veía que era muy buena. Y porque, a pesar de los momentos menores del álbum («Put your number twos in the air if you did it on’em»), los momentos álgidos eran muy superiores a casi todo lo demás publicado por entonces. Como ya se había ganado a los guardianes de la industria del rap, a los artistas más conocidos y a los críticos, se centró en cultivarse una amplia base de fans: no a los empollones del hip-hop, sino a las chicas jóvenes y a los adolescentes y a los oyentes ocasionales de la radio. Esto implicaba no sólo música, sino también muchas sesiones de modelaje y de fotos, para las cuales también exhibía intuición, estilo y brillo.

Aceleró esta estrategia con el “Pink Friday” en el 2012: “Roman Reloaded”. Por entonces, su competencia ya no eran otros raperos sino Lady Gaga, Taylor Swift, Katy Perry y las otras mujeres que dominaban las listas de éxitos. El paisaje de la música rock ha sido abarrotado durante mucho tiempo por fans descontentos y escritores que argumentan que los músicos no deberían meterse en ello por el dinero -como si ganarse la vida interpretando su arte fuera de alguna manera deshonroso- y al hip-hop le pasa lo mismo. Estos maníacos comenzaron a salir de la nada con el lanzamiento del enorme single de Nicki: «Starships».

Un destacado DJ de la radio neoyorquina Hot 97 se ofendió tanto con la canción que la criticó en escena, justo antes de que actuase en el concierto Summer Jam de la emisora. Rápidamente canceló su actuación.

¿Es «Starships» el más grande? No. Emplea la fórmula de radio, entonces en boga, que empareja el rap rápido con los estribillos cantados, que funcionó tan bien para Eminem y Rihanna, y que sonaba similar a otras producciones de RedOne y Dr. Luke. Pero es una gran tema pop, una cacnicón que no mermaba al hip-hop en absoluto, como parecía estar sugiriendo el DJ. Más bien lo contrario. El hip-hop es el último gran género refugio; hay lugar para todos, y cada fan improbable al que Minaj invitó a pasar dentro era probable que se quedase y profundizase en la cultura. Además, ¿por qué debería seguir intentando complacer a estos haters envidiosos? Como le dijo a Rolling Stone:

Al principio tenía muchas cosas en mi contra: ser negra, ser mujer, ser rapera. No importa cuántas veces salga en un tema con el MC favorito de todos y me mantenga firme, la cultura nunca parece que quiera darme lo que me toca como MC, como letrista, como escritor. Tengo que demostrar que puedo cien veces, mientras que los tíos que entraron más o menos al mismo tiempo que yo, recibieron honores mucho más rápido sin que nadie lo cuestionara.

Recibió más críticas después de su lanzamiento en 2014 “The Pinkprint”, para el que representó al personaje principal de «Baby Got Back» de Sir Mix-a-Lot para una versión propia, llamada «Anaconda». La erudita feminista bell hooks no se impresionó. «Esta mierda es aburrida», dijo. «¿Qué quiere decir? ¿Hay algo que no pillo de lo que está sucediendo aquí?»

Mientras los intelectuales debatían su impacto en la sociedad, Minaj ampliaba su alcance («Anaconda» tiene casi mil millones de vistas) mientras seguía demoliendo versos (Complex la eligió como «Mejor raper vivo» de 2014) y viviendo sus sueños, contratando el equivalente a un equipo de fútbol de asistentes para que la ayudara a realizar sus ambiciones globales de dominar la música, la moda y la publicidad comercial.

«Estoy sorprendida por la cantidad de personas que Minaj tiene a su servicio», escribió Roxane Gay. «Me maravilla el lujo sublime de tener básicamente un armario humano». De la revista The New York Times en 2015:

En las últimas 24 horas, se había puesto un vestido de Alexander Wang con malla transparente que hasta la chica de 19 años más fiestera elegiría sólo para cubrirse en la playa; se cambió a un traje rojo de dos piezas con cremallera para la fiesta posterior de Wang; bailó durante horas en el Club 40/40 de Jay-Z en el distrito de Flatiron; fue al estudio de grabación con su novio, el rapero de Filadelfia Meek Mill; y finalmente se metió en la cama del hotel del Upper West Side a las 7 de la mañana.

La controversia la siguió; hubo idas y venidas con Taylor Swift y Miley Cyrus, y se vio atrapada en medio del pique entre Meek Mill y el mejor amigo de Minaj y compañero de sello, Drake. Cuando ella y Mill se separaron, fueron públicamente desagradables el uno con el otro. Era del jurado de American Idol y se marchó. El perfil de la revista del New York Times termina con la escritora preguntando a Minaj si entre tanto drama «se desarrolla», a lo que Minaj le dio tal increíble reprimenda que la escritora básicamente acabó dándole las gracias.

Había recorrido un largo camino desde la tímida joven que Debra Antney describió, y se había vuelto en alguién decidido completamente a no dejar que nadie la detuviera. El disco que siguió en 2018, “Queen”, fué disco de platino en una época en la que ya nadie lo era. (Me encanta «Chun Swae«.) Dijo lo que le vino en gana, criticando a Trump por su política de inmigración, pero elogiándolo por ser «divertido de cojones» en Celebrity Apprentice.

Sin embargo, más que nada, siguió trabajando, siguió haciendo temas que lo petaban, metiendo  más canciones en el Billboard Hot 100 que cualquier artista femenina de la historia, hasta superando a Aretha Franklin. ¿Qué la mantuvo en marcha? La gloria de complacer a los aficionados y realizar su oficio al más alto nivel, pero también la insistencia en la independencia que ha  mantenido desde la infancia.

Desde que tenía 15, años, salía de una relación y entraba en otra. En mis relaciones, me han dicho: «No tienes que trabajar tanto». Pero no puedo dejar de trabajar, porque para mí es superior al trabajo. Es tener un propósito propio fuera de cualquier hombre.

El hip-hop no la cambió; ella cambió el hip-hop. Ella le ofreció la cultura al mundo, y millones aceptaron su oferta. Fue para su beneficio y el de ellos y en beneficio de todos nosotros. ¿Quién querría vivir en un mundo sin Nicki Minaj? Yo no. De hecho, ni siquiera puedo imaginarmelo.

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